Por: Diana Concepción / @AucaenCayoHueso
Este 14 de septiembre el gran maestro de las letras Mario Benedetti cumpliese 95 años. Entre los mejores regalos que guardo de mi juventud está su libro “Antología Poética”, que gentilmente un amigo me obsequió con la dedicatoria: “compañera, usted sabe que puede contar conmigo.”
Hoy vuelvo a navegar entre sus páginas y me imagino al propio Benedetti diciendo: “Porque te tengo, y no porque te pienso”, “No sabes cómo necesito tu voz”, “No te quedes inmóvil al borde del camino”, “Mi táctica es quedarme en tu recuerdo”, “Tengo miedo de verte, necesidad de verte” e infinitas frases más que perpetuan su obra poética y nos hacen olvidar aquel triste 17 mayo del 2009.
Pero de todos sus poemas, hay uno por el que siento predilección. Tal vez porque se dice que los cubanos llevamos la alegría en la sangre, es que precisamente su “Defensa de la alegría”es un himno de cabecera para mí. Hoy lo comparto con ustedes, para entre todos seguir recordando a Mario Benedetti.
“Defensa de la alegría”
Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas
**************
defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos
**************
defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias
**************
defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres
**************
defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
**************
defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas
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defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos
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defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias
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defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres
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defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
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defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.
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